viernes, septiembre 30, 2005

Hasta la vista

La lucidez no la acompaña, ha sido una semana de vértigo, y sabe que deja atrás todavía un reguero de flecos por atar. A duras penas consigue contar cómo se siente. A duras penas consigue sentir algo más que sueño y los hombros cargados. Sólo espera retener un poco de cabeza para poder cerrar la maleta. Y volar…

Volará alto y lejos.

Y volverá. Y espera por fin, quizá, ojalá, cerrar algo ese paréntesis cuando esté de vuelta. Es el mismo deseo que volcamos tantas veces sobre los viajes solitarios, lejanos, algo raros, diferentes. Es un modelaje físico, una trasposición palpable de un viaje que seguro es más “astral”, más párpado adentro. ¡Pero somos tan torpes todavía en esto de estar vivos!…

Bueno, dice también que no quiere echaros de menos, pero ya sabéis cómo es, una ñoña empedernida. Pensará en vosotros, en cada uno, por aquí y por allá ('esto le gustaría a fulanito', 'qué bien si estuviese aquí menganito'). Y encima tiene sueño, que le hace ver nebulosas en torno a todo. Está contenta de irse, porque sabe que le encantará también estar de vuelta.

En fin, hasta la vista, nena.

martes, septiembre 27, 2005

Así se empieza una guerra (y por cosas más absurdas)- No. 1

‘Papá, hombre, para mi el coche es como una batidora: sólo en caso de necesidad’.

lunes, septiembre 26, 2005

Una peseta por tus pensamientos


Se me iba la pinza, lo reconozco. A las 3 y media de la tarde, la voz del profesor de turno comenzaba a sonar oblícua y gorda, tan densa, que sin dejar un hueco libre mutaba de hilo conversacional a fondo sonoro. Sobre ese colchón dormitaban mis ideas, mis castillos ya eran un enjambre de reinos, los vapores de mis sueños se cuajaban al alcanzar el aire sobre mi cabeza y entonces podía subir poniendo un pie aquí, una mano allá...

'Una peseta por tus pensamientos'
'¿Cómo?'

Antía me bajaba así a la Tierra. Entonces cogía mi libreta y lo escribía: 'UNA PESETA POR TUS PENSAMIENTOS'. Se lo dije: '¿Tan poco valen mis pensamientos?' Era una estupidez, pero me sentía un poco ofendida por el poco valor al que cotizaban mis elucubraciones. En tan alta estima tenía -tengo- mi mundito.

Pero qué torpe... Era una moneda a cambio de bajar al mundo, de comunicarse, de sentirse, de palparse. Todo el valor de venir aquí abajo de vez en cuando; y sólo una moneda a cambio.

viernes, septiembre 23, 2005

Zzzzzz...



Cuando no duermo, estoy durmiendo todo el día.

jueves, septiembre 22, 2005

'Dim Sum'

Desde que cuenta los días para irse a Hong Kong con los dedos de las manos, desplegándolos del puño, huir de la imagen idealizada de un desayuno en una de sus 'Casas de Té' le resulta impracticable. Pero es que -¡claro!- imaginaos sentándoos en una de esas mesas -¿serán compartidas con más comensales?-, que un chorro de agua cristalina e hirviendo cae a unos centímetros de vuestras occidentales narices (casi tanto como los ojos, a los asiáticos les llaman muchísimo la atención nuestras “enormes” narices), que vuestras pupilas desorientadas por esta súbita atención se despistan, y que en un momento, ya están viendo la espalda del camarero: alzáis la mano para pedir dim sum, pero nadie os entiende, entonces os levantáis y os abalanzáis sobre los carros llenos de cestitos con estos “trocitos de corazón”…
¡Pero no veis que nombre tan evocador!… Tradicionalmente, las mujeres chinas cocinaban diminutas bolas de masa hervidas al vapor para ofrecérselas a su familia o sus invitados como desayuno. Decían que las cocinaban con todo el mimo del mundo para sus seres queridos, así que esta masa pasó a llamarse dim sum, traducido literalmente (según fuentes que no puede corroborar todavía) “desde el corazón” o “pedacitos de corazón”.

La verdad es que ella sólo puede ofrecer su imagen ideal del ritual de las Tea Houses de Hong Kong, destiladas de sus lecturas en estos últimos días. ¿Pero hay algún sabor más perfecto para describir, que el idealizado? Las decenas de variedades que se sirven de dim sum –que sólo se ofrecen como desayuno o comida, nunca de cena- se amontonan dentro de cestitas en estos lugares, algunos ancestrales, como el Luk Yu Teahouse. Fundada en 1933, en el distrito central, hace bien poco se ha hecho con una leyenda negra, algo que siempre viene bien para dotar de más empaque a estas cosas: hace dos, tres, cuatro años, un hombre se sentó en uno de sus rincones y pidió su almuerzo. Desayunó a la par de las cientos de almas que entraban y salían a esas horas, sin más protagonismo que ir bebiéndose su Yum Cha –"té", aunque literalmente 'Yum Cha' es "beber té"- mientras pedía sus dim sum preferidos. Y en cuanto hubo acabado, se levantó, se acercó a un hombre que hacía lo propio, le puso el cañón de un arma en la nuca y disparó. ¿Y si fueseis alguno el turista que se sentaba a dos mesas de allí?…

Pero lejos de estas historias truculentas, ella sólo ha encontrado referencias que añoran el bullicio de las horas punta o el candor de entre-horas. Supone que es en estos locales donde mejor se nota esa confluencia pasado-futuro de la antigua colonia británica (bueno, 'territorio', a los chinos les gusta más este término, por lo visto): los hombres de negocios agolpándose todavía en estos salones, donde cierran acuerdos y acaloran la discusión después de escoger si prefieren har gau (dim sum de camarón), cha siu bau (carne de cerdo asada) o tsun guen (los auténticos rollos de primavera). Y acabado el turno de la hora punta, de nuevo la calma: rondará el lugar esperando ese momento, se sentará en una mesa cerca de una ventana, y después de sacar una instantánea del bodegón “bloc de viaje, dim sum que-acaba-de-descubrir-que-es-su-preferido-después-de- minutos-interminables-de-indecisión, tacita muy china de té, humo decorativo y fondo indescriptible”, después de esa recapitulación de tiempo y espacio, escribirá este post, pero de verdad. Desde el corazón.

miércoles, septiembre 21, 2005

El amor y los amores

La ventana me remite a su coche,
el coche al beso,
el beso a la oreja que anda siempre perdiendo pendientes,
la oreja a la boca,
la boca a las medias porque las rompe,
las medias al...
—¿Tienes un bolígrafo de más?
—Toma, y a ver si dejas de pedirme cosas,
que contigo al lado no hay quien coja un apunte,
Mari Carmen.
(Almudena Guzmán)



Hay una cosa que tiene el amor -me parece, después de mucho lidiar, oír, contar-, que es lo que dice Almudena Guzmán (Usted, 1986): “Reconozco que no somos muy originales, nuestra historia es la de medio Madrid”. Pero tiene que hacer ese esfuerzo –el de pensar en frío y reconocerlo-, porque en ese estado de "enajenación mental transitoria", que nos sube a las nubes y no nos deja ver a ras de suelo, sería incapaz de no considerar el suyo como la única pasión merecedora de una encuadernación de tapas duras de terciopelo. Sin embargo, en ningún momento, a pesar de esa confesión, deja de exaltarlo, de adorarlo, de amarlo. Como cualquier mortal.

Lo bueno de Almudena Guzmán es que en el momento que reconoce que su amor es como el de todos, nos está cediendo generosamente sus palabras, nos presta páginas para nuestros libros, nosotros, los mortales, que no hemos sabido expresarlo tan bello y tan claro. Así, ahora, todos, con nuestros amores tan buenos, tan raros, tan sórdidos, tan humanos como cualquier otro, tenemos un libro de poesías que habla como ninguno de nuestro amor.

martes, septiembre 20, 2005

Confesiones

Siempre duerme con todos los músculos tensos, en alerta, como un gato callejero, como si intuyese que de un momento a otro podría tener que saltar de su lecho y echarse a correr. Algunos días, en el espejo del cuarto de baño, descubre que ha amanecido con los signos inflamados de arañazos en las mejillas y a lo largo del cuello. A algunos les cuesta creer que ha sido ella misma, en un acto subconsciente de inmolación.

lunes, septiembre 19, 2005

Amos Lee


Cuando ella dice que se parece un poco a Ben Harper, considera ya que está dando una buena referencia. Amos Lee, que al parecer se empezó a hacer famoso gracias a la invitación que le hizo Norah Jones para telonear su gira europea del año pasado, es joven a pesar de que él dice que ‘ya tiene una edad’.

A esos años le achaca el color melancólico e introspectivo de sus letras; a John Coltrane, a Bill Withers, a James Taylor le debe la inspiración. Aquél que busca un argumento que beneficie su recomendación, se siente satisfecho diciendo que le recuerda a la mismísima Jones o al ‘Oh-Maravilloso-en-cualquier-aspecto-salvo-por-su-
…mujer’ Harper. No está mal.

Y es que dejar tu curro de profesor de primaria en Filadelfia, para meterte de camarero y arriesgarte en eso de la música, era mucha apuesta. Tenía la confianza de hacer lo que de verdad le gustaba (bueno, por lo visto, lo segundo: quería ser jugador de baloncesto), pero eso no es casi nunca una garantía objetiva, lo sabemos todos… Pero jugó. Y ganó. Todo un CD del sello Blue Note para él solito, unos escenarios abiertos para que se suba y agache su tímida cabeza detrás del micrófono y una recua de fans que crece discreta pero continua.


Y es que la vida es dura, pero tiene detalles: al menos cuando algunos juegan, ganamos todos.


viernes, septiembre 16, 2005

Cosas que tiene que hacer este fin de semana

  • Alojar a un amigo que se ha quedado sin hotel –o no sé qué rollo le ha soltao-, en la bautizada hace años como la habitación de los horrores.
  • Coger un tren de hora y media sólo por amor a su hermana. Y otro más de vuelta.
  • Comprar unos cd’s que tiene en mente, uno de ellos de un tal Amos Lee del que leyó un día en el EP3 y le ‘sonaba’ fenomenal.
  • Buscar ropita para el ‘relleno’ de Tessa.
  • ¿Qué se le regala a unos novios que no conoces -el hermano de Tessa se casa justo en medio de su visita a Hong Kong: promete documentos gráficos de una boda donde todos comerán pato laqueado con palillos-? En fin, esta tarea le llevará un rato.
  • Supongo que a Tessa y a Javi les gustará ver, cuando abra su maleta, jamón, vino y papel de fumar (Javi le pidió a su mamá y en la santa inocencia de las progenitoras, le envió a penas un librito…). Mejor será pasar por el Corte.
  • Quiere ver 'Princesas', se niega a 'Ninette', se lo pensará con 'Obaba'.
  • Esta noche hay un concierto de Tomatito en la estación de metro de Nuevos Ministerios. Ya sabe entonces qué hacer con su amigo ('...dios proveerá!'), que además de británico, es músico, qué tío. Por cierto, Guy ganó el año pasado el Festival de Música de Benidorm, el mismo que el mismísimo Nuestrojulio. Tranquilos: él es consciente de todos esos pensamientos vuestros. Lo lleva bien, gracias. Apostilla que eso abre caminos y que hay que trabajar. Ole la moral del obrero de la canción.
  • No piensa ir al concierto de Bebe en las fiestas del PC. Dice que sobre el escenario, da más mitin ella que Frutos (en realidad es que ya la vió en su pueblo, gratis, y ahora no le salen 18€ del bolsillo…)
  • Avanzar el puñetero libro del ‘Puerto de los aromas’, que van siendo horas…
  • Cocinar tofu ahumado (!).
  • Alquilar ‘Desmontando a Harry’ y quizá, de nuevo, ‘Annie Hall’, para poder hablar de ella el lunes (ya veremos).
  • Ir al Rastro a no sé qué.
  • Conversar, narrar, ¡escuchar!


    Agur!

jueves, septiembre 15, 2005

Abre los ojos

Este es su horóscopo de hoy:

"¿Por qué continuar librando una pelea que sabes no vas a ganar, C*? ¿Por qué tratar de hacer creer a los demás y a ti misma que tienes todas las respuestas, cuando solamente conoces la punta del témpano? En este momento, la mayor parte del conocimiento yace bajo la superficie. En lugar de pelear, ríndete. En este punto, los demás estarán más dispuestos a satisfacer tu sed por conocer la verdad de la situación. La clave para ti es escuchar."

Está bien, si eso queréis, humanidades todas, se rinde. Hoy, contadle vosotros cosas, abridle los ojos…

miércoles, septiembre 14, 2005

En general, no le gustan las citas...


El ladron de orquídeas
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'Hay demasiadas ideas y cosas y gente, demasiadas direcciones que tomar. Empecé a pensar que la razón por la que era tan importante apasionarse por algo, era que de esa forma se esculpe el mundo a un tamaño más manejable'

Susan Orlean (Meryl Streep) en glorioso estado de lucidez, aunque no parece que fuese consciente.

'Uno es lo que ama. No lo que le aman. El amor es mío, yo soy su dueño, puedo hacer lo que quiera con él. Si no me aman, bueno, ése es su problema, no el mío'

Donald Kaufman, gracias.



... a no ser que sea un Kaufman el que pronuncia.

Stop

Se va acabando el ovillo del verano y comenzará prontito a desenrollarse el otoño, así, automáticamente. El correr acelerado de los días, el desgranarse de las horas como uvas maduras. No comprende cómo nos hemos acostumbrado a preguntar antes de hacer nada, o al atasco de papel en las máquinas burocráticas. Cómo el ser humano se ha inventado el stop, esa pausa, de dónde ha sacado el concepto que la naturaleza no contiene. El día y la noche. Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera. La vida y la muerte y la vida otra vez. Y la muerte de nuevo. Todo sigue en rueda imparable, sin plantearse por qué ha de seguir, sin saber ni ser consciente de cómo lo hace. Pero las personas nos paramos. Y nos sentamos y meditamos. ¡Incluso desdeñamos la conducta despreocupada que imite en algo el fluir constante e incuestionable de la vida! ¿Por qué tratamos de complicarlo todo? ¿Quizás porque la consciencia traía consigo un sobrecito con la palabra “muerte”? ¿O “miedo”? Y entonces, ¿nos paramos a meditar? No. Nos paramos para retrasar, aunque sólo sea en nuestra cabeza, la venida de la destrucción propia. ¿Y si viene a nuestro paso, y aunque nos detengamos, camina hacia nosotros? Bueno, al menos, lo habremos intentado.


(*divagaciones sin patrocinio)

martes, septiembre 13, 2005

Martes-13 es una fecha

Era martes-trece. En el cole, en una de tantas clases interrumpidas por comentarios que evolucionaban hacia los debates más apasionados, concluyeron que aquello de la superstición era una bobada. A ello cada uno de sus compañeros contribuyó como pudo, con disertaciones racionales las menos, y las más variadas anécdotas de familia que desmontaban cualquier garantía o método de la fatalidad.
Eran las 13.00 h., sólo un poco más tarde, y vestía un chándal amarillo. Una amiga le sujetaba los tobillos mientras ella se sostenía con las manos, en uno de sus primeros esfuerzos por hacer el ‘pino’. Les esperaba el autobús, había gritos y chillidos en el aire, revoloteando revueltos con las prisas y los nervios estivales recién estrenados. Su amiga le soltó. Entonces cayó sobre si misma y rompió su pierna de 11 años por 3 sitios. 11 días de hospital, fiebre y calmantes. 3 meses (desde el 13 de junio hasta el 4 de septiembre) de yeso desde los dedos del pie derecho hasta la ingle. Y dijo el médico, cuando se lo quitó, 'pudo ser peor'. Que tuvo suerte. Debió ser porque no era actriz: a ella lo del amarillo no le tocaba por convenio.

lunes, septiembre 12, 2005

De vuelta a casa, otra batalla

Trepa una marea de café con leche dulce ganando terreno en la galleta, atiborrando cada poro, invadiendo cada falla quebradiza de la masa horneada, hasta acabar convirtiéndola en una pasta blanducha y marrón, suicida sobre la taza. El chocolate se desprende de la unidad y ataca, independientemente, la superficie, devolviendo así -la galleta a la leche- parte de la afrenta. Luego cae la artillería pesada: se desgaja la pasta provocando una sacudida, un chapoteo violento en el mar terroso, las ondas golpean en el dique circular…

Esta batalla se libra en cada visita a casa, en el salón de la abuela, ajena a sus resúmenes, a la lluvia y al paso del tiempo.


batalla de café
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jueves, septiembre 08, 2005

Yasui

París no se despertó radiante, había algunos charcos sobre el suelo que se mantenían temblorosos con alguna gota demorada, pero ya había huecos azules pujando entre las nubes. Pero era agosto, así que no se puede decir que hiciera frío: no recuerda, a pesar de la hora tempranera, que hubiese necesitado ninguna chaqueta para abrigarse de camino al Centro Pompidou.

Él, empeñado siempre en simular un intelectual –no es que no leyese, estudiase, pensase… pero esa pose cacareada y algo desquiciada de lector trasnochado y sonámbulo desmerecía al final el efecto que creía dar-, le animó a que lo acompañase a la biblioteca el par de horas que iba a estar allí, deambulando entre sabe dios qué estanterías de física cuántica y grandes orquestas de los años 30. "Luego, a la vuelta", le dijo, "nos tomamos una crêpe del puesto de la esquina de rue Réaumur con Aboukir".

La biblioteca del Pompidou, para una bibliófila como ella, era el mejor lugar al que le podía haber llevado para resguardarse del siguiente chaparrón estival… hasta que se dio cuenta que no había demasiados libros en castellano. Dar cuatro años de francés en un instituto español le da a uno lo justo para no pasar hambre, no para entretenerse los tiempos muertos leyendo a Beaudelaire en su lengua vernácula.

Pero por suerte, entre la estantería que contenía piezas en su idioma patrio, estaba el SUMMA ARTIS. De pequeña le fascinaba la Larousse que tenían sus padres en casa, hojear una enciclopedia de arte, le haría sentirse menos fuera de lugar.
Tomo equis. Página al azar. En un recuadro se dibujan signos de trazos precisos pero ligeros, cada uno sujetando con evocaciones un concepto a sus esquinas. Cómo es una sociedad que escribe como dibuja, que pensando en comunicarse, realiza todo un ejercicio filosófico y esconde en cada signo una parábola. Cómo es –aunque el sistema ideográfico de escritura japonesa, kanji, todo hay que decirlo, proviene de la antigua China y no viceversa. Se topó con un ejemplo que ilustraba el artículo, y le pareció que no pudo el autor estar más atento a los requerimientos sugestivos del texto. Al final de la página se dibujaba esto:


Yasui
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Arriba tiene como un tejadito, es el trazo que simboliza el techo de una casa. La grafía de debajo, es Onna, el kanji que significa mujer. La pincelada, obviamente, ha ido variando con el paso del tiempo: en el principio, representaba una mujer en posición sentada (en contraposición del hombre, decía el libro, la figura del hombre aparecía siempre más estática y sedentaria). El resultado era lo más bello y halagador que había leído o escuchado nunca en boca de nadie. Una mujer bajo el techo de una casa era –es- el kanji japonés que simboliza la PAZ.
No recuerda qué ocurrió a partir de entonces, si pasearon por los Campos Elíseos o dieron vueltas por le Marais. Aquel fortuito descubrimiento fue lo más memorable de aquel día sereno de agosto.

miércoles, septiembre 07, 2005

Vidas abisales


Cartel de 'Life Aquatic'
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Me dice que anoche vió Life Aquatic. Mentira: anoche dormitó Life Aquatic. La noche anterior en vela le pasó factura, y cuando se sentó en el sofá y encendió el DVD, ya comenzó a mirar de reojo el minutero del reloj (encima, la peli duraba casi 2 horas). Sabía que no podría con ella. Así que para aligerar, cambió su elección inicial de inglés-subtítulos en inglés, por un facilongo castellano. Pero ni con esas.

Life Aquatic (de Wes Anderson, con Bill Murray, Anjelica Huston, Cate Blanchett…) es –o lo intenta- una comedia surrealista y parodia de los reportajes que Jacques Cousteau hacía para que los niños españoles se tragasen los sábados o los domingos que llovía (¿no era para eso? En fin…).

Y ella, porque había leído una entrevista del autor donde aseguraba: "Siempre me sentí fascinado por este extraño y asombroso personaje que crea una especie de familia excéntrica en medio del mar" y trata de ser bien pensada, acepta que ha sido con buena intención. Porque si no le sería fácil pensar que está hecha con algo de mala baba. Me dice que supone que hace falta mucha vis cómica para que un ‘género’ de humor sutil como éste. Y que el tal Wes le pone ganas, y a veces brilla, y a veces se apaga.


Jacques Cousteau
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Bill Murray como Steve Zissou -un Cousteau que no puede evitar tener la cara, los gestos y el carácter cínico pero bonachón de Murray- es el centro de una sinrazón en la que se mezcla absurdo, surrealismo, excentricidad, sátira y cierta puerilidad, casi a partes iguales. Así que después de varias situaciones un tanto reconocibles, pero con todas estas tonalidades, la verdad es que acabó teniendo cierta confusión final y desazón. Dice que es una de esas pelis de las que sólo sabrás si te ha gustado la próxima vez que te lo pregunten, dentro de unos meses. A quién no sabe si le gustaría es a Cousteau, la verdad, verse reflejado en alguna de las ironías sin demasiada gracia que plagan la cinta. Ni siquiera si se verá de verdad parodiado, salvo por los obvios gorritos rojos de toda la tripulación freaky del ‘Belafonte’ (álter ego del ‘Calypso’). Pero bueno, haciendo uso de la verdad, a ella tampoco le gustaban los reportajes de naturaleza marina y nadie le preguntó nunca si le apetecía velos.
(Hoy no sabe tampoco si le gustarían, no ha tenido la oportunidad desde entonces. Pero que como está bien alabar a las grandes figuras, ella no le quita mérito alguno, no se siente en posición de semejante cosa. Faltaría más).

martes, septiembre 06, 2005

"Vulgares,..."



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"...marrones, como los gorriones."

Preparativos


Hotel
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Al final ha decidido que la excursión –en medio de sus vacaciones en el ‘Puerto de los Aromas’- la llevaría a Bangkok. En realidad, entre las dos, su amiga y ella, han estimado que lo más rápido, exótico, económico (las famosas 3 esdrújulas orientales, lo que aquí serían las 3 b), sería escaparse a Tailandia. Al final han conseguido una buena oferta: 538,908 € (5253.22 HKD) las dos nenas, tres días, vuelo más tres noches de hotel, que no será todo lo que promete (en el folleto vienen unas habitaciones como el Santiago Bernabéu) pero no menos de lo que incita su perspicacia.


Big size
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Toda una mañana de mails en su inglés ‘poor and sick’ han granjeado un buen precio y una decisión en firme. Entre tanto se han prometido turisteo, compras y spa; han jurado ser felices, comer noodles y posar para las fotos. Han cotilleado sobre sus respectivos vestidos para la boda del hermano de su amiga, han bromeado con robar novios.
Pobre, a veces uno se siente tan bien visitando el pasado…

Abro paréntesis


Abro paréntesis
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lunes, septiembre 05, 2005

Las ganas

Gana suena a balbuceo. Y mira que sin este concepto apenas nos sostendríamos. Es un pilar y sin embargo, no suena tan imponente como cualquier otro que pueda contener: “energía”, “esfuerzo”, “arranque”, “valentía”… Gana puede vibrar en las gargantas infantiles con facilidad, incluso por descuido vocal. Y quién sabe si el venturoso vocablo se trazó así para que no faltase tampoco en nuestros primeros años, animándonos en el trance de mayor apuro, trabajo y desconocimiento absoluto del entorno. Hay mil cosas que aprender cuando ni siquiera te sostienes sobre tus patitas, gorditas, flexibles y torpes: que los muebles son duros –sobre todo cuando pierdes el equilibrio-, que el agua moja, que las coles de bruselas son odiosas, que la tierra no se come aunque sea lo único a mano, que la moqueta te seca la lengua… Y para todo ese trajín se necesitan ganas.
Las ganas pueden surgir espontáneas o puede que tengas que invocarlas. En el primer caso, se convierten en infames. Porque si tienes ganas, normalmente es un deseo que permanece pendiente (si no, no se llaman ganas: se llaman estímulos. Como tengo hambre –estímulo-; pues como –respuesta-). Las ganas por cosas que no puedes conseguir –o al menos que te costarán mucho alcanzar- se convierten en una obsesión que algunos concluyen pomposamente como ‘motor de la vida’. Y bueno, sí, está harto demostrado que el ser humano necesita una zanahoria inalcanzable ante sus morros para moverse: en sí mismo lo trascendental no es conseguir lo que te propones, sino hacer algo, estar en movimiento en la vida: usarla. Para eso hemos venido.
Luego están las otras ganas. Las que hay que hacer. Tú sabes que tienes que hacer algo en tu vida (o con tu vida). Y aunque lo que más te tira es pasarte en cama los siguientes siete días, con intermitentes idas y venidas al baño y a la nevera, y gastando clinnex cual vulgar plañidera, tienes que hacer ganas para que la desidia y el abandono no pongan una pica en lo alto de tu existencia. Así que te inventas unas ganas, un deseo que no necesariamente es real (la verdad es que en estos casos es más falso que un decorado de western almeriense) y ¡a vivir! No sé si os habéis dado cuenta, pero de un modo u otro, la razón y la conclusión de las ganas es la misma, bien sea tu subconsciente el que las produce, bien tu consciente: energía pa’l body.

En fin: tengo ganas de estudiar, de cambiar de casa, de trabajo, de amor… y de identidad.

viernes, septiembre 02, 2005

El Síndrome de Peter Pan


Mc Carty
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La mayoría de los seres humanos descubren las ventajas de la infancia cuando ya llevan demasiado tiempo opositando a adulto como para dar marcha atrás. Cuando ya te has recorrido cien veces el barrio arriba y abajo pintada como una mona a espaldas de tu madre, cuando te has escapado de juerga setenta veces y has metido mano otras tantas, ya no cuela que te apetezca volver a tener 7 y jugar con camioncitos de arena. No se puede reclamar a esas alturas.
Sin embargo hay quien lo intenta, aunque cuando propongas “saltar sobre la cama” ya no les sugiera la misma imagen que hace años. En realidad -esto me hace mucha gracia- lo que desean muchos es volver a irresponsabilidad total sobre sus actos pero conservando los privilegios de su edad madura. Y te sueltan lo del Síndrome de Peter Pan, porque “inmaduro” y “descarado” no les termina de encajar...

Pero luego hay otra cara. La que casi todo el mundo conserva, una parcela nuestra, personal, que es el gusto por jugar. Ahí sí, juguemos a las cartas, a ser felices, a cantar, juguemos a jugar. Nos conserva jóvenes, libres de pensamiento, nos descubre ilimitados.

Aquí presento a un adulto que juega con muñecos o a un empresario precoz, según. Se llama Brian McCarty y la verdad es que hace fotos preciosas con juguetes. Según él, jugar es una forma de arte. Además, con la creciente complejidad del mundo, ver con la perspectiva de un niño, deconstruirlo y montarlo de nuevo, dice, es la clave para entenderlo. Me parece un argumento sano. Y desde luego un premisa fértil para un trabajo atractivo y sugerente. No está nada mal.

(Qué extraño... Empiezo a echar de menos mis tentes y mis airgam boys…)

jueves, septiembre 01, 2005

Feliz Año Nuevo


Feliz Año Nuevo
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¿Por qué razón no lo cambian de una vez? ¿Me quiere decir alguien quién se siente empezando un ciclo el día 1 de enero? O dicho de otra manera, ¿quién no sigue percibiendo hoy día, aunque ya no sea un pupilo de pantalones cortos o trencitas, que es tiempo de estrenar lápices, zapatos y proyectos?
Hoy comenzó la jornada completa también. Y aunque llevo ya un mes de insomnios y cafés, aunque ya hace unos días que casi estamos completos en la oficina, sólo hoy saltó la campanita de mail, con el asunto “CAÑAS” y una invitación "A TODA LA OFICINA". ¿Qué tengo que hacer? ¿Invitar a doce uvas para que dejemos de actuar como si hoy no significase nada para nosotros? ¿Como si ninguno sintiese interiormente que de nuevo está el contador a cero? ¿Como si no supiésemos que, en realidad, hoy empieza todo?

Feliz Año Nuevo: alegrémonos, tenemos otra oportunidad.


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