jueves, diciembre 01, 2005

Anda y tómate un té, puta.

Esto no lo he dicho yo. Aunque después de tanto tiempo de silencio, ya me vale salirme ahora por la tangente con una historia que ni siquiera he escrito (ya, ya lo sé...). Pero transcribirla me parece una buena manera al menos de romper esta inercia estúpida. Y además, no sólo es que la suscriba, es que enviar este mail a cuento de alguna conversación es ya recurrente en mi vida (de hecho, ¡ya no puedo ofrecer un té sin llamar puta al invitado!...).

Recordáis el libro "Los hombres son de Marte, las

mujeres de Venus"? Un profesor de lengua inglesa que
trabaja en una universidad americana nos ofrece este
excelente ejemplo. "Hoy vamos a experimentar con una
nueva forma llamada "historia en tándem".
El proceso es simple. Cada persona se emparejará con
la persona que se sienta a su lado. Uno de ellos
escribirá entonces el primer párrafo de una historia
corta. Su compañero leerá ese primer párrafo y añadirá
un segundo párrafo a la historia. Después, la primera
persona añadirá el tercer párrafo y así sucesivamente.
Recordad releer lo que se ha escrito cada vez para mantener la
coherencia de la historia. Está absolutamente
prohibido hablar; la única comunicación entre ambos
miembros de la pareja la constituye lo que hay escrito
en el papel. La historia termina cuando ambos estén de
acuerdo en que lo ha hecho."
Esto que sigue lo presentaron dos de mis alumnos de
lengua: Rebecca y Gary (no voy a poner sus apellidos).

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HISTORIA:

(primer párrafo, por Rebecca)
Al principio, Laurie no podía decidir qué tipo de té
quería. La camomila, que solía ser su favorita para
las perezosas tardes en casa, ahora le recordaba
demasiado a Carl, quien una vez, en tiempos mejores,
dijo que le gustaba la camomila. Pero necesitaba
mantener a Carl fuera de su mente a toda costa. Su
posesividad era sofocante y, si pensaba demasiado en
él, volvía a tener ataques de asma. Así que la
camomila quedaba descartada.
(segundo párrafo, por Gary)
Mientras tanto, el sargento Carl Harris, jefe del
escuadrón de ataque en órbita sobre Skylon 4, tenía
cosas más importantes en que pensar que las neuras de
una cabeza hueca asmática con la que había pasado una
sudorosa noche hacía más de un año. "Sargento Harris a
Geoestación 17", dijo en su comunicador
transgaláctico. "Órbita polar establecida. Por el
momento, sin signos de resistencia..." Pero antes de
que pudiera cortar, un rayo de partículas azulado
surgió de la nada, haciendo un agujero en la bodega de
su nave. La sacudida causada por el impacto le
proyectó a través de la cabina.

(Rebecca)
Se golpeó en la cabeza y murió casi instantáneamente,
no sin antes sentir un último remordimiento por haber
tratado tan mal a la única mujer que había sentido
algo por él. Poco más tarde, la Tierra cesó sus
futiles hostilidades contra los pacíficos granjeros de
Skylon 4. "El Congreso ha aprobado una ley para abolir
permanentemente la guerra y los viajes espaciales",
leyó Laurie una mañana en el periódico. La noticia la
estimuló y aburrió a un tiempo. Miró por la ventana,
soñando con su juventud, cuando los días pasaban
lentos y despreocupados, sin periódicos que leer, ni
televisión que la distrajera de esa sensación de
asombro inocente ante todas las maravillas que
descubría a su alrededor. "¿Por qué hemos de perder
nuestra inocencia para convertirnos en mujeres?", se
preguntó melancólicamente.

(Gary)

No sospechaba que le quedaban menos de 10 segundos de
vida. A miles de kilómetros sobre la ciudad, la nave
nodriza Anu'udriana lanzó el primero de sus misiles de
fusión de litio. Los estúpidos pacifistas que hicieron
que el Congreso aprobara el Tratado Unilateral de
Desarme Aeroespacial habían convertido la Tierra en un
blanco indefenso para los imperios hostiles
alienígenas que habían determinado destruir la raza
humana. Dos horas después de la aprobación del
tratado, las naves Anu'udrianas se dirigían a la
Tierra con suficiente armamento para pulverizar el
planeta entero. Sin nadie que les detuviera, iniciaron
de inmediato su diabólico
plan. El misil de fusión de litio entró en la
atmósfera sin oposición. El Presidente, en su cuartel
general secreto submarino junto a la costa de Guam,
sintió la tremenda explosión que desintegró a la pobre
tonta de Laurie, junto con otros 85 millones de
americanos. El Presidente dio un puñetazo en la mesa
de conferencias. "¡No podemos consentir esto! ¡Voy a
vetar el tratado!
¡Vamos a borrarlos de nuestro cielo!"

(Rebecca)

Esto es absurdo. Me niego a continuar este simulacro
de literatura. Mi compañero de escritura es un
adolescente semi-analfabeto, violento y chauvinista.

(Gary)

¿Ah, sí? Pues tú eres una neurótica aburrida y
ególatra, cuyos intentos de escritura son el
equivalente literario del Valium. "¡Oh! ¿Me tomaré un
té de camomila? ¿O debería tomarme algún otro PUTO TÉ?
Oh, no, sólo soy una descerebrada que ha leído
demasiadas novelas de Danielle Steele."

(Rebecca)
Gilipollas.

(Gary)
Zorra.

(Rebecca)
¡CABRÓN!

(Gary)
Guarra.

(Rebecca)
¡QUE TE DEN POR EL CULO, NEANDERTHAL!

(Gary)
Anda y tómate un té, puta.

(Profesor)
10. Me ha encantado.


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