viernes, agosto 25, 2006

Todo es mejor al sol

“C* pasó aquí muchas horas con la mirada perdida, como hizo toda su vida” o “C* se dejaba caer por aquí cuando le hacían ver que molestaba en casa”. O “A C* le gustaba ver desde aquí cómo derrapaban las bicis de los niños y terminaban esnafrados contra el suelo”. No sé qué clase de final macabro, escrupuloso o decadente me espera. Pero este verano vi en los jardines Queen Mary de Regent’s Park, en Londres, una idea que me pareció un bálsamo para la retorcida manera que tenemos los seres humanos de ennegrecer lo negro que ya de por sí tiene la muerte. Que nos muramos tiene tanto de natural como de putada. ¿Por qué poner esquelas horribles, flores de plástico, velas “especiales para muertos”, luto y tabús por doquier? ¿Por qué no, como en estas fotos, en este parque, poner un rótulo en un banco, de recuerdo del que ya no puede sentarse porque su incorporeidad no se lo permite, pero al que le gustaría seguir estando, sin más? Sí, algunos bancos tenían escrito apenas una lápida (otros, en cambio, comentaban sin rasgaduras quién fue dueño del asiento alguna tarde), pero una lápida al sol, entre flores, hamacas y vivos bronceándose –aunque a veces no lo parezcan-, coño, es otra cosa.
Eso sí: no sé si elegiría alguna de las que propuse al principio, pero ya que la idea del banco me parece bonita, me esforzaría un poco con los copys. A fin y al cabo, es para la eternidad (o lo que dure el banco).

lunes, agosto 21, 2006

Magia Borrás

Dormí con su camiseta puesta y así fue que prolongué el sueño más allá del tacto y la respiración acompasada. No es verdad que no sepamos hacer magia.


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