siesta
ahora estaríamos tumbados en la cama, uno al lado del otro, sobre sábanas blancas y limpias, con el sopor presintiéndose en las horas, con una brisa suave que entrase por la ventana, apenas meciéndote un mechón del flequillo, mientras mi mano, en las antípodas de tu frente, te acaricia otro, desrizando la suavidad en tu nuca, insistiendo en la serenidad de esta siesta de verano...
2 cosas que no pueden esperar...
ahora estaríamos leyendo algo distinto, si no fuera porque ya no escribes nada...
sorry. no sabes lo absorbentes que pueden ser unas vacaciones. pero se acaban... vuelvo el viernes casi de madrugada a disfrutar de la noche en la meseta.
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