Ya es hora de despertar
¿No es un 2 de enero –inicio explícito de año- un buen día para levantarse del desánimo? Y bueno, no es bien desánimo el que tengo, o tenía, diría más bien que sobredosis de actividad. Los dos últimos meses mi corazón ha palpitado para otros, ha sido un órgano de alquiler. A mi me ha dejado de lado, a mi vida, a mis gustos, mis preferencias. Ha latido por obligación, por dinero también, porque para qué vamos a engañarnos: mi corazón también necesita bienes materiales para sonreír.
Pero esta última semana, mi casa del mar ha resucitado a mi corazón de la extenuación y me lo ha devuelto.

Me espera una semana-tíovivo: mudanza, servicios mínimos en el curro y semana nº5 de la cuenta atrás para los exámenes. A mi corazón le pondré un pañuelo en la cabeza y un mandilón de cuadritos rosas y blancos con su nombrecito en el bolsillo de la pechera, para que no se manche.
¡Ring! ¡Ring!
- ¡Nene, levanta, que vas a perder el autobús!
- (5 minutos más…)
0 cosas que no pueden esperar...
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