jueves, septiembre 08, 2005

Yasui

París no se despertó radiante, había algunos charcos sobre el suelo que se mantenían temblorosos con alguna gota demorada, pero ya había huecos azules pujando entre las nubes. Pero era agosto, así que no se puede decir que hiciera frío: no recuerda, a pesar de la hora tempranera, que hubiese necesitado ninguna chaqueta para abrigarse de camino al Centro Pompidou.

Él, empeñado siempre en simular un intelectual –no es que no leyese, estudiase, pensase… pero esa pose cacareada y algo desquiciada de lector trasnochado y sonámbulo desmerecía al final el efecto que creía dar-, le animó a que lo acompañase a la biblioteca el par de horas que iba a estar allí, deambulando entre sabe dios qué estanterías de física cuántica y grandes orquestas de los años 30. "Luego, a la vuelta", le dijo, "nos tomamos una crêpe del puesto de la esquina de rue Réaumur con Aboukir".

La biblioteca del Pompidou, para una bibliófila como ella, era el mejor lugar al que le podía haber llevado para resguardarse del siguiente chaparrón estival… hasta que se dio cuenta que no había demasiados libros en castellano. Dar cuatro años de francés en un instituto español le da a uno lo justo para no pasar hambre, no para entretenerse los tiempos muertos leyendo a Beaudelaire en su lengua vernácula.

Pero por suerte, entre la estantería que contenía piezas en su idioma patrio, estaba el SUMMA ARTIS. De pequeña le fascinaba la Larousse que tenían sus padres en casa, hojear una enciclopedia de arte, le haría sentirse menos fuera de lugar.
Tomo equis. Página al azar. En un recuadro se dibujan signos de trazos precisos pero ligeros, cada uno sujetando con evocaciones un concepto a sus esquinas. Cómo es una sociedad que escribe como dibuja, que pensando en comunicarse, realiza todo un ejercicio filosófico y esconde en cada signo una parábola. Cómo es –aunque el sistema ideográfico de escritura japonesa, kanji, todo hay que decirlo, proviene de la antigua China y no viceversa. Se topó con un ejemplo que ilustraba el artículo, y le pareció que no pudo el autor estar más atento a los requerimientos sugestivos del texto. Al final de la página se dibujaba esto:


Yasui
Originally uploaded by C'.


Arriba tiene como un tejadito, es el trazo que simboliza el techo de una casa. La grafía de debajo, es Onna, el kanji que significa mujer. La pincelada, obviamente, ha ido variando con el paso del tiempo: en el principio, representaba una mujer en posición sentada (en contraposición del hombre, decía el libro, la figura del hombre aparecía siempre más estática y sedentaria). El resultado era lo más bello y halagador que había leído o escuchado nunca en boca de nadie. Una mujer bajo el techo de una casa era –es- el kanji japonés que simboliza la PAZ.
No recuerda qué ocurrió a partir de entonces, si pasearon por los Campos Elíseos o dieron vueltas por le Marais. Aquel fortuito descubrimiento fue lo más memorable de aquel día sereno de agosto.

4 cosas que no pueden esperar...

At 11:09 a. m., Blogger Accidente me confesó que...

Muy bonito

 
At 8:53 a. m., Anonymous Anónimo me confesó que...

Perdón, perdón: me ha gustado tu texto pero "yasui" en japonés no significa "paz", sino (qué le vamos a hacer) "barato".

 
At 8:57 a. m., Blogger C* me confesó que...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

 
At 8:58 a. m., Blogger C* me confesó que...

También. Pero a veces en pro de una armonía literaria, es necesario obviar cosas...

 

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