martes, septiembre 20, 2005

Confesiones

Siempre duerme con todos los músculos tensos, en alerta, como un gato callejero, como si intuyese que de un momento a otro podría tener que saltar de su lecho y echarse a correr. Algunos días, en el espejo del cuarto de baño, descubre que ha amanecido con los signos inflamados de arañazos en las mejillas y a lo largo del cuello. A algunos les cuesta creer que ha sido ella misma, en un acto subconsciente de inmolación.

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