martes, agosto 02, 2005

Crónicas lisboetas


Patio de Dom Fradique
Originally uploaded by C'.



El Picasso azul cielo nos llevó a la capital lusitana, que nos recibió con el cielo bello, limpio, azul. A pesar de que la capital empezaba ya a respirar gracias a unos cuantos lisboetas menos, el caos de indicaciones contradictorias nos perdió por un par de circunvalaciones, puentes, calles hasta que el botones del Hilton nos abrió la puerta. (Lejos de lo que pudiera parecer, el nombre del hotel hace más honores a su recuerdo que a su actualidad. Pronto nos dimos cuenta -¡qué ilusas!- que la oferta de una noche por un bancotel era un aviso de que el otrora hotel de reconocido lujo había pasado a ser el fantasma de su memoria. Pero pasaré página…)
Nos encontramos Lisboa abierta, una vez más, para ser conocida y reconocida. Quizás nazca de ahí el feitizo, de darse tal cual es, sin miramientos ni rubores, rota y abierta, escandalosamente hecha añicos, misteriosamente sincera. A trompicones recorres las calles empedradas, soleadísimas, y no se inmuta. Te deja que pises cualquier baldosa, que te subas a cualquier banco del mirador de Santa Luzia, en Alfama, que curiosees en las tiendas modernas, de los diseñadores más in, desperdigadas por las más antiguas y destartaladas rúas de Barrio Alto, que te mezcles con los viejos parlanchines que pasan la tarde entre las frescas paredes azulejadas de la pastelería de Belem (donde venden sus afamados pasteles calientes desde 1837), que abras los cajones todos –y sin que te vigile- de todas las tiendas de antigüedades del largo de Santo Antonio da Sé y la rúa de Augusto Rosa, que te deslices cuesta abajo en el tranvía 28 hasta la Plaza do Comercio de nuevo…
Lisboa se da porque no tiene nada que esconder. O quizá porque está segura, como una dama vieja de una alta sociedad en desuso, que su secreto está fuera de nuestro alcance, que admiraremos una y otra vez el cielo y el mar rojo desde el Castelo de São Jorge o nos extasiaremos con una croquete de bacalao de La Bota Alta o un café en A Brasileira, y aún así, con todas las pruebas en la mano, seguiremos sin saber bien qué tiene Lisboa que le brillan los ojos aún tan líquidos, tan jóvenes.

0 cosas que no pueden esperar...

Publicar un comentario

<< Home


Web stats