jueves, junio 02, 2005

16.00

Aploma el calor en la calle, se desdibuja el horizonte a dos palmos del asfalto, la brisa no llega para aliviar. El momento de la siesta es el único tranquilo en la oficina, que se consuela con el aire fresco artificial. Tengo los ojos calientes. El pescado y las cerezas perseveran en la lengua y el paladar. Los pies hinchados no pueden cerrar unos ojos que sueñen con césped, qué pena. El silencio ahuecado se va interrumpiendo cada vez con más frecuencia, pero continúa aislado bajo una almohada de sopor. Las 4 de la tarde es una sala de espera sin hilo musical. Es un buen momento para dormir. Dormir es mejor que gritar. Ajá. Hoy no voy a gritar.

1 cosas que no pueden esperar...

At 1:56 p. m., Anonymous Anónimo me confesó que...

Ya corre aire fresco, al fin.
Abre tu cuerpo y ventila tu alma, que el frescor llegue hasta la más encerrada de tus neuronas y la brisa volverá a brillar en tus ojazos.

 

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